Muchos autónomos – y no sólo autónomos – tienden a minusvalorar la importancia de los pequeños detalles en su negocio.
Absorbidos por salir adelante, olvidamos – o peor: ignoramos, que es una forma de olvido voluntario -, que en los pequeños detalles está la diferencia y que es en la diferencia donde se encuentra el camino más rápido al éxito.
¿Y cómo podemos diferenciarnos en esas pequeñas cosas? Muy sencillo: pensemos en lo más inmediato, en un documento que parece únicamente mercantil, pero que podría ser algo más, si nos lo proponemos: las facturas que envías a tus clientes.
En efecto, esa factura, con fondo blanco y letras negras (y un logo de la empresa, cuando nos ponemos imaginativos), puede marcar tu diferencia o puede hacer de ti uno más en el montón de facturas que recibe tu cliente.
¿De qué forma puedo marcar la diferencia en mis facturas?
Empecemos antes con una cura de humildad: no hay una receta universal; unos patrones que aseguren el éxito. Y tampoco queremos ser ingenuos: si tu negocio es inviable no hay factura, por muy espectacular que sea, que te vaya a resolver los problemas.
Aclarado esto, volvamos al principio: tus facturas pueden ayudarte a marcar la diferencia y a potenciar tu marca. No lo es todo, pero constituye una parte significativa; un granito más – y qué granito –, que puede ayudar a inclinar la balanza hacia el lado del éxito.
Así que toma nota, porque esto es, a nuestro juicio, lo que una factura debería ser para llamarla profesional y lograr ese efecto diferenciador que puede arrancar un “guau” a tu cliente cuando la vea:
- Diseña tu factura, lo del logo está bien, ya que es un elemento distintivo imprescindible. Pero no es lo único. Usa imágenes en el encabezado, que es lo primero que verá tu cliente, antes incluso del importe a pagar (que no siempre es agradable a su vista). Y dale color y una tipografía atractivos.
- Organiza con claridad, pulcritud y jerarquía los elementos formales de la factura. Después de la buena impresión que le has dado con la imagen del encabezado o el colorido del documento, no la fastidies con una factura ilegible, con el importe o el desglose caóticamente situados. En resumen: que tu cliente no se vea obligado a llamarte porque no se aclara.
- Asegúrate de que el logo, los colores, imágenes y tipografía vayan a juego con tu marca.Y es que no es plan que el diseño sea ajeno a tu marca. Se trata de potenciarla, no de confundir a tu cliente. En definitiva, se trata de que ciertos colores, ciertas imágenes, etc., evoquen tu marca, incluso cuando ésta no está presente.
- Personaliza el mensaje. A nadie le gusta ser tratado como a un número o con un mensaje estandarizado. Dirígete a tu cliente, pero no a uno genérico, sino al cliente particular que va a recibir la factura. Una factura también es un elemento de unión (mercantil, comercial, sí, pero de unión al fin y al cabo). Y en una unión a nadie le gusta que le traten de forma anónima. Y si es así, considera tu matrimonio, noviazgo o amistades, porque hay algo que ahí no funciona.
Puedes tener la tentación de pensar: “Vaya trabajazo, ¿no?”. Y en eso no te quitaremos la razón, pues toda empresa que aspire al éxito exige esfuerzo y trabajo.
Sin embargo, hoy en día existen programas de facturación y contabilidad que te ponen más fácil esta clase de tareas. Estos programas contienen funciones de diseño de la factura, lo que hace que tu factura parezca más profesional.
Desde aquí te planteamos el siguiente reto: pruébalo. Prueba de darle un toque personal, diseñado, a tus facturas. Verás cómo cambian las cosas.