El verano es una época un tanto compleja para los trabajadores autónomos. Su cuerpo y mente les reclama un descanso con inmediatez, pero los compromisos con los clientes en muchas ocasiones se lo impide. Al contrario de lo que ocurre en las empresas con los asalariados, los profesionales por cuenta propia carecen de un periodo vacacional acordado y remunerado.
Ellos mismos se ocupan de administrar la carga de trabajo y el tiempo que les llevará. No será preciso que lleguen a acuerdos con los jefes ni pedir autorizaciones. La última palabra siempre la tienen ellos.
Puede darse el caso de que algunos aprovechen las vacaciones para darse de baja como autónomos, aunque los expertos no lo recomiendan por la pérdida de derechos. En periodos cercanos a la jubilación, por ejemplo, implicaría un recorte en la eventual pensión. Cuando el negocio de este trabajador por cuenta propia disfruta de una buena salud el pago de la cuota no debe suponer un problema.
Tampoco la normativa del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos contempla con agrado este tipo de actitudes, ya que se pondría en duda por parte de la administración este periodo de baja, vinculándolo posiblemente a un ahorro en las cotizaciones sociales. Además, se exige que el autónomo desarrolle de forma habitual y directa una actividad a título lucrativo para volver a registrarse de nuevo.
En teoría no debería haber inconvenientes para cogerse unos días de vacaciones. Simplemente hay que planificarse correctamente con antelación para que no exista problemas con proveedores, clientes o con la administración. De esta forma nos evitaremos posibles incumplimientos en las ejecuciones de proyectos y clientes descontentos.
Otras opciones que existen pasa por ceder el trabajo a otro compañero que también sea profesional por cuenta propia o simplemente cerrar. La fecha más adecuada dependerá del tipo de sector en el que se maneje el autónomo. Una persona vinculada con el turismo deberá aguardar hasta después del verano para tomarse unos días de relax.