Nada más conocerse la victoria de Donald Trump como presidente de Estados Unidos saltaron algunas alarmas en Silicon Valley, la cuna de los emprendedores. El inversor de Airbnb o Uber, Shervin Pishevar lamentaba el daño que podría acarrearle este triunfo a la sociedad norteamericana, pero también a los emprendedores.
El temor que existe entre las startups y empresas de innovación del país es que todos los avances realizados hasta la fecha en el parque californiano se puedan ver destruidos, con el posible daño que se haría también a este sector en todo el mundo.
Los emprendedores e inversores afrontan esta nueva etapa con mucha incertidumbre. A diferencia de su rival, que había planteado una serie de medidas bien encajadas por parte de estos, Trump llega con las manos vacías. No saben lo que se van a encontrar. Lo más normal es que de momento tanto los bussines angels, inversores, firmas de capital riesgo y grandes compañías se vuelvan más conservadoras, lo que implicará una menor inversión en tecnología.
Tampoco parece que lo tendrán nada sencillo los emprendedores que quieran abrirse las puertas del mercado estadounidense. Parece que la obtención de un visado temporal de residencia para aquellos programadores, investigadores o ingenieros de otros países se volverá algo más complicado. Precisamente esos inmigrantes cualificados que llegaron a Silicon Valley han conseguido enriquecer aún más el sistema tecnológico. En alguna ocasión al nuevo presidente se le ha escapado la intención de darle esos empleos a los ciudadanos americanos.
No hay que olvidar que en un carta firmada por casi 150 directivos tecnológicos el pasado mes de julio se hacía mención al papel desempeñado por los extranjeros llegados a Estados Unidos. El 40% de las 500 mayores compañías del país fueron constituidas por inmigrantes o descendientes de estos. La facilidad a la hora de conceder permisos de residencia consigue retener el verdadero talento, admitieron.