Los trabajadores por cuenta propia cada vez son más numerosos y van ganando con el tiempo más protagonismo en el panorama laboral de España. Casi uno de cada cinco trabajadores en España, en concreto el 18,7% de los ocupados, lo hace como autónomo, cuando al comienzo de la crisis representaban el 16,2%.
En el caso de que se eliminasen los casi tres millones de empleados del sector público el resultado aún sería mucho más amplio, ya que los autónomos representarían al 21,1% de los ocupados dentro del ámbito privado. Este importante crecimiento de los autónomos se debe en gran medida a las estrategias puestas en marcha por el Ministerio de Empleo, que han impulsado el autoempleo con medidas como la tarifa plana de 50 euros. A ello se le une, además, que un importante número de personas se viesen ‘obligadas’ a optar por el trabajo por cuenta ajena para huir del desempleo. Ademas encontramos también el caso de los falsos autónomos.
En la última Encuesta de Población Activa (EPA) también aparece como 2,04 millones de los 3,06 millones de autónomos son lo que el INE considera trabajadores independientes o empresarios sin asalariados. Esto supone que dos de cada tres autónomos no tienen empleados y parece que la tendencia va en aumento, ya que respecto al primer trimestre de 2011 hay 159.000 empresarios sin asalariados más que entonces. Autónomos con empleadores hay en torno a los 905.300.
Está claro que el modelo laboral está cambiando desde que comenzase la crisis. Además de aflorar los falsos autónomos, la Seguridad Social ha perdido desde 2007 un 13,4% de cotizantes, mientras que entre los autónomos el descenso ha sido del 7,6%. Vinculada a la crisis también ha emergido otra figura difícil de catalogar y de cuantificar. Son aquellas personas que pagan sus correspondientes cotización de autónomos, pero que en realidad son desempleados que no desean perder los derechos adquiridos.