La morosidad es una de las grandes lacras que sufren los profesionales por cuenta propia. Ni las administraciones públicas ni las empresas privadas llegan a cumplir los plazos de pago que marca la ley de Morosidad. Pero en algunos casos la demora puede llegar a prolongarse por encima de los mil días, que son unos tres años.
Esta morosidad extrema afecta al 0,1% de las empresas, según un estudio realizado por Cepyme. Una vez transcurrido este tiempo lo más probable es que el autónomo o la pyme haya dejado el negocio a consecuencia de los impagos. Y es que un tercio de las pequeñas y medianas compañías que tuvieron que cerrar a lo largo del año pasado fue a consecuencia de la morosidad. Por lo tanto, si se hace caso a la estadística aportada por la Comisión Europea, en España 29.000 empresas bajaron la persiana a consecuencia de este motivo.
Pese a los esfuerzos por parte de las administraciones para reducir los plazos de pago y la morosidad, el ritmo de descenso continúa siendo demasiado lento. Resulta raro encontrarse con un autónomo o pyme que no tenga alguna factura pendiente. En concreto nueve de cada diez reconocen que alguien les adeuda dinero, mientras que el 11% cree que no llegarán a cobrar el 10% de la facturación.
Entre los profesionales la morosidad se redujo en un 1,3% en el segundo trimestre del año. Pese a que se trata de un buen dato, el periodo medio de pago subió una décima, lo que se traduce que las pymes y autónomos tardan en cobrar unos 80,7 días, que suponen 20 más de los que aparecen contemplados por ley.
Algunas compañías no tienen reparos en utilizar la morosidad como método de financiación. Desde Cepyme recomiendan que sería conveniente fijar un régimen sancionador para acabar con ciertas prácticas que acaban perjudicando a los profesionales de menor tamaño.