El fenómeno emprendedor ya se puede considerar todo una realidad. Parece que la situación de crisis ha fomentado una cultura de innovación y emprendimiento, en donde el número de personas que optan por montar su negocio va en aumento. El gran problema es que muchos de ellos lo hacen por necesidad, según recoge el proyecto Global Entrepreneurship Monitor (GEM), que desde hace más de una década realiza una detallada radiografía sobre la actividad de los emprendedores en todo el mundo.
La necesidad de los emprendedores se traduce en la puesta en marcha de empresas poco competitivas, con poca innovación y escasa proyección internacional. De este informe se extrae que más del 65% de la tasa de actividad emprendedora procede de “emprendedores por oportunidad”, mientras que tres de cada diez lo son por “necesidad”. Para realizar el análisis se controla la tasa de iniciativas de entre 0 y 3,5 años en funcionamiento, sobre las personas con edades comprendidas entre 18 y 64 años.
Desde la irrupción de la crisis, en 2009, el número de personas que optaron por montar su empresa por necesidad creció casi hasta duplicarse, colocando a España casi doce puntos por encima de la media del resto de países. En el lado contrario encontramos a los emprendedores por oportunidad, que han ido cayendo desde el 80% de 2009 hasta el 65% de la actualidad. Muchas de las personas que se atreven a montar sus negocios son desempleados o con serios problemas para regresar al mercado laboral. El resultado son empresas poco competitivas que no llevan a sobrevivir más de cinco años.
En la actualidad, los principales cuatro obstáculos que se encuentra un emprendedor a la hora de poner en marcha su proyecto son las políticas gubernamentales (67,6%), la falta de financiación (61,8%), la capacidad emprendedora (26,5%) y las distintas normas culturales y sociales (23,5%), según señalan varias expertos. La mayoría de las pymes que se crean cuentan con entre 1 y 3 trabajadores.
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