Acudir al banco es quizá la forma más conocida de obtener fondos para nuestro negocio cuando buscamos fuentes de financiación para autónomos. Al menos, es la más recurrente. Sin embargo los bancos no siempre están dispuestos a financiar nuestros proyectos, lo que puede perjudicar seriamente nuestras perspectivas de futuro. Por suerte, podemos acceder a un mercado de financiación alternativo a los bancos, opciones igual de interesantes que debes tener en cuenta a la hora de buscar fondos para tu negocio. Eso sí, mucho mejor si lo haces de la mano de un buen asesor que te acompañe en el proceso.
Cómo financiar mi negocio sin acudir al banco
La primera opción que tenemos para financiar nuestro negocio son los préstamos del Instituto de Crédito Oficial, el ICO. A su favor juegan unos intereses reducidos y altos plazos de amortización; pero aunque el ICO es el que pone el dinero, se gestiona a través del banco, responsable de aprobar o rechazar las solicitudes. Para acceder casi de forma instantánea a la financiación puedes solicitar un préstamo exprés. Se puede pedir en internet, y el prestamista abrirá una línea de crédito entregando una cantidad de dinero que cambia según los ingresos.
Para las start-ups y empresas de rápido crecimiento está la posibilidad de acudir a los fondos de capital riesgo, prestamistas que ponen dinero antes de que explote la empresa, involucrándose en la dirección para maximizar beneficios. Cuando la empresa llega a su punto álgido venden esta participación para optimizar rendimientos. Es una forma de financiación muy recurrente en las empresas de sectores como el tecnológico, las nuevas tecnologías, apps o software, que crecen mucho más rápido que el resto.
Las Sociedades de Garantía Recíproca o SGR son entidades que mejoran las condiciones de acceso a la financiación de sus socios, en especial pymes y autónomos. Su rol principal es el de avalista, y el socio protector es el que aporta el capital al socio partícipe. El socio protector puede ser un mecenas, un gobierno local, la cámara de comercio, etc. También ideales para autónomos y pymes son los descuentos de pagarés: la entidad financiera adelanta a la empresa los pagarés pendientes de cobro antes de que venzan a cambio de una comisión.
Muy parecido es el factoring, con la diferencia de que se descuentan las facturas. La entidad adelanta el pago de las facturas a cambio de la comisión, y la pyme o el autónomo se financia con su propia actividad. Por último están los préstamos participativos, donde el prestamista también se lleva una parte de los beneficios del receptor del crédito. Los intereses son fijos y bastante más bajos que los que ofrece la banca tradicional, y vencen a largo plazo aunque siempre pueden cancelarse por anticipado.
El papel del asesor en la financiación alternativa
Aunque en casos como las Sociedades de Garantía Recíproca el propio prestamista también juegue cierto rol de asesor financiero, la mejor forma de acceder a la financiación alternativa -e incluso a la financiación tradicional- es hacerlo de la mano de una asesoría que nos ayude a gestionar nuestras finanzas, se asegure de que elegimos la opción correcta, de que no hay cláusulas abusivas en el préstamo o de que seremos capaces de devolverlo sin problemas.
La historia está llena de empresas que se vieron abocadas a la quiebra y la desaparición por no saber elegir bien sus fuentes de financiación, por lo que la figura del asesor es cada vez más necesaria, en especial cuando tocamos la cuestión económica. Un asesor que ofrezca un buen soporte a la pyme y al autónomo será tu mejor aliado, evitándote muchos problemas a corto, medio y largo plazo, y podrás dejar en sus manos las cuestiones fiscales, centrándote solo en trabajar.