Los emprendedores han encontrado en cultivos y productos alternativos una nueva vía de negocio. La vida en el campo no se reduce únicamente al ganado y al campo. En los últimos tiempos han surgido industrias a partir de los caracoles, el buey Wagyu, el árbol de la moringa o el argán.
Josefa Feria ha conseguido cultivar en Málaga el árbol del argán, que tiene sus orígenes en Marruecos y que se ha adaptado a la perfección al clima que le ofrece la Axarquía malagueña. Llega a soportar temperaturas que van desde los -3ºC hasta los 48, produciendo sus frutos en los meses más calurosos. De cada árbol se obtienen hasta 140 kilos, que se emplean sobre todo para la fabricación de aceites tanto culinarios como cosméticos. El precio que puede llegar a alcanzar el litro en las tiendas de Europa es de 60 euros.
También el clima desempeña una labor esencial en las granjas de caracoles, que sobreviven a una temperatura entre entre los 18 y 22ºC, y con niveles de humedad que rondan el 50%. El director de Axarcol, Juan Grande, reconoce que la falta de formación propició que se cerrasen muchas granjas. De hecho lamenta que no existan expertos en nuestros país en helicicultura. La rentabilidad en este tipo de negocio no se consigue hasta pasados los dos primeros años, ya que en etapas iniciales son “muchos los que mueren”. Entiende que el coste de producción debería estar por debajo de los 3 euros el kilo, mientras que el precio de venta alcanzaría hasta los 8-9 euros/kilo.
En Burgos, la compañía Santa Rosalía Gourmet se dedica a la cría de bueyes de la raza Wagyu, en donde lo esencial es que los animales permanezcan libres y disfruten de unas comodidades. Se les proporciona masajeadores mecánicos y a la alimentación se le añade levadura de cerveza, cereales de producción propia y reducidas cantidades de vino ecológico para mejorar la calidad de la carne, así como la grasa infiltrada.